Rojos y tricolores fueron rechazados por los ciudadanos y se cumplieron las previsiones de encuestas nacionales e internacionales y que la oposición rechazaba.
ARENA y el FMLN sufrieron ayer la peor derrota política en las urnas, donde la población les reiteró lo que las encuestas ya advertían: el gran rechazo por su pasado oscuro durante los 30 años que gobernaron marcados por la corrupción y las negociaciones con pandillas.
Joel Sánchez y Manuel Flores cargaron sobre sus espaldas la debacle electoral de sus partidos ARENA y FMLN, respectivamente, confirmado por los diferentes sondeos de opinión pública que les decían que entraban cuesta arriba a la contienda electoral.
Sánchez y Flores, quienes al momento de votar no lucieron los colores partidarios y no fueron acompañados de la máxima dirigencia de sus institutos políticos —algo nunca visto en sus tiempos de apogeo—, votaron en Antiguo Cuscatlán y Quezaltepeque, respectivamente.
Carlos García Saade, presidente de ARENA, tras el cierre de los centros de votación, arremetió contra el Tribunal Supremo Electoral (TSE) acusándolo de «cómplice», ya que, según él, no cumplió su rol como máxima autoridad en materia electoral.
ARENA ganó por primera vez la presidencia de la república en 1989, con Alfredo Félix Cristiani Burkard, y desde allí tres gobiernos más de forma consecutiva con Armando Calderón Sol, Francisco Flores y Elías Antonio Saca.
El FMLN, por su parte, llegó por primera vez al Ejecutivo en 2009 con Mauricio Funes, que cinco años más tarde se lo entregaba al también efemelenista Salvador Sánchez Cerén.
La derrota electoral vivida ayer por ARENA representa el cuarto rechazó consecutivo que la población le da en su intento por volver a gobernar el país.
El revés sufrido por el FMLN a manos de los electores es el segundo de forma continua que tiene en su intento por retomar el Gobierno.
Ambos partidos tradicionales también sufrieron su segunda derrota consecutiva en el campo legislativo, que hasta antes de las elecciones de 2021 mantuvieron un control hegemónico en el interior del congreso, lo que provocó durante dos años el bloqueo de las iniciativas que Nayib Bukele enviaba desde el Ejecutivo.