Por: Medardo Alfaro

Comunicador

Recuerdo que la primera vez que me emocioné por un político, que a la sazón se convirtió en presidente de la república, fue cuando escuché a José Napoleón Duarte; eran los inicios de los años 80, era tan solo un niño, el país estaba en una guerra, que con el paso del tiempo los hechos demostraron que no sirvió de nada.

En aquella época Napoleón Duarte, hasta donde yo lo conocí, tenía una vida de sufrimiento, había salido exiliado varias veces del país porque en los años 70 se había convertido en un luchador social a partir de las influencias cristianas que poseía. Me gustaba cuando mostraba sus manos al aire con sus dedos cortados, producto de las veces que fue capturado y torturado por aquel que si era un régimen autoritario.

Duarte era un hombre de buena dicción, con buen discurso, recuerdo que escribió un libro: “Comunitarismo para un mundo más humano”, que nunca leí porque tan solo era un niño y porque era como un desprendimiento del comunismo, sin que este fuera comunismo, esa fue la primera vez que me emocionó un candidato.

Napoleón Duarte murió con el prestigio de haber sido un hombre honesto en el manejo de la “cosa pública”, pero incapaz para resolver los problemas del país; muchos han conocido la historia de él en este tema.

La segunda vez que me he emocionado hasta el delirio por un candidato, que a la sazón resulta presidente de la república es por Nayib Bukele y hasta la fecha, sigo creyendo que a 1,342 días después de haber asumido la presidencia el 1 de junio de 2019, él sigue manteniendo intactas las ganas, la voluntad y el amor de servir y transformar El Salvador y que esa transformación impacte en las mayorías.

En lo personal me sigo emocionando como un niño cuando escucho hablar a los demás de esa transformación y que el presidente Nayib Bukele seguirá haciendo las cosas muy bien y es que, cada vez que habla, a partir que no responde a ningún interés más que el interés genuino por un todo El Salvador, su claridad de pensamiento ha logrado conectar con todos los salvadoreños; pero no solo eso es importante, el país va bien, muy bien; para muestra resolvió un problema que yo pensé que nunca vería solucionado en mi vida, le dio seguridad al país.

Ahora camino por las calles, visito barrios, centros comerciales, estrecho manos de personas con estusiasmo y pienso que tal vez, como en reiteradas lo ha dicho Geovani Galeas, antes que pronto tendremos el nivel de vida de los Países Bajos, Holanda, Suecia y Suiza, donde es un nivel de vida muy agradable, donde los impuestos que pagan los ciudadanos, de verdad se transforman en obras y servicios, es decir, «el dinero alcaza cuando nadie roba».

Este domingo son las elecciones, voy a votar por segunda vez por Nayib Bukele, voté por él en el 2019, porque era un ciudadano y era la mejor opción. Hoy voy a votar por él, porque estoy absolutamente convencido que viene un quinquenio de prosperidad en todos los sentidos para El Salvador y voy a votar por los diputados de la Bancada Cyan, porque no importan los nombres o quienes sean ellos, son: “Soldados que el Presidente Nayib Bukele necesita para seguir transformando El Salvador”, el país que los salvadoreños merecen.

Salgamos todos a votar, yo ya dije por quienes votaré y tan solo respondo al 95% de los salvadoreños que lo harán así, sigo soñando en un futuro prometedor para el país y no me importa que me digan todo lo que me quieran decir; al final del día si me equivoco, que lo dudo, estoy convencido de que lo hice pensando en El Salvador.

José Napoleón Duarte murió como morimos todos, pero al ser presidente de la república murió con la lástima de todos, finalizó sus días como presidente con cáncer terminal, meses después falleció y solo le quedó la estafeta de ser un buen hombre; Nayib no solo tiene juventud, tiene una excelente formación por heredad de su padre, gran preparación y un ímpetu envidiable, va a vivir muchos años y al final de esos años, por estas batallas épicas que está peleando por un mejor El Salvador, lo van a recordar generaciones, de eso estoy seguro ¿Por qué lo sé? Porque es igual siempre, la vida es cíclica con todos los hombres de la historia, los mejores siempre son recordados.

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